
La semana pasada su hígado dijo ¡Uy! y tuvo que ser atendido en el hospital. Häns no es alcohólico, ni toma drogas. Antaño se dedicaba a la artesanía del cuero, fue un viajero incansable que siempre llevo a cuestas una soledad descomunal.
Hace tres años que lo conozco. Andaba por la acera y este coleccionista de peluches me llamó la atención. Junto a los juguetes, bolsos, cassettes y demás baratijas, había una noticia de un periódico local asturiano: "Un grupo de adolescentes incendia a un vagabundo en Gijón". Traté de hacer algo por él, de difundir su imagen para que alguna institución caritativa hiciese algo. Mi intento fue en vano. Él me lo recuerda. Ahora está entusiasmado. El presidente de Caritas Sevilla, que vive en el mismo edificio en el que lleva siete años y medio, le ha prometido ingresarlo en una residencia. Promesas, demagogia y caridad cristiana. Falta de credibilidad.
Häns se enfada cuando saco la cámara y busco el ángulo idóneo. Tiene razón, desde este humilde rinconcito no puedo hacer gran cosa, sólo darle ánimos para seguir luchando por una vida digna.
1 comentario:
Las gentes de la calle ya están hartas de que las utilicen los medios de comunicación para hacer reportajes y meterle la cámara, sí. Lo mínimo que se puede hacer por ellos es tratarles con respeto.
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