21/10/08

Un poema de Enrique Falcón

Festival de Polipoesía Barcelona 2008



















Hoja de conquistas


las mujeres enfermas que jugaron con burros
las que cavaron tumbas en las palmas de un trueno
las sólo voz dormidas en los centros solares
las hambrientas de todo
las preñadas con todo
las hijas del golpe y de los sueños mojados
las que fijan continentes que dejaron atrás
las niñas con pimienta en sus quince traiciones
las de pan-a-diez-céntimos sin cafetería
las del turno de visita con oficios de muerte
las madres eternas de los locutorios
las arrasadas, las caratapiadas, las comepromesas
las terribles solitas en las salas de baile
las clandestinadas pariendo futuros
las oficinistas que ahogaron sus príncipes
las acorraladas
las desamparadas, las sepultureras
las del polvo sobreimpuesto y el trago a deshora
las poquito conquistadas
las niñitas vestidas con mortajas azules
las que cosen el mundo por no reventarlo
las mujeres con uñas como mapas creciendo
las hembras cabello-de-lápida
(todavía más grandes que su propio despojo)
las corresquinadas, las titiriteras,
las que tierra se trajeron atada a los bolsillos
las nunca regresadas
las nunca visibles
las del nunca es tarde
las del vis-a-vis sin un plazo de espera
las reinas en los parques y en los sumideros

todas ellas las mujeres que me llegan con todos sus cansancios,
todas, en sigilo: las amantes

y mis camaradas.

Enrique Falcón. La taberna roja. Baile del Sol Ediciones, Tenerife, 2008.

19/10/08

A un paso de la ficción















Se equivocaron. Las autoridades siempre se equivocan.
La placa era falsa, el delito inventado.
Y así, censurado tres veces por minuto
bajo un pensamiento tartamudo
aguantando el desastre entre las piernas
hombre de las cantimploras
te hundiste en la bañera sin tapón.
12 km mutantes. A ti te parecieron más
interrupciones
porque no entendías nada y el sol llamaba tonta a la farola
y el viaje te pareció una enfermedad
y la aventura un vuelo salvaje.
Dime tú que hay de cierto
si sólo recuerdas
un código inédito, una revolución solitaria
estados potenciales del barro
tachones a sangre fría.
Ahora te volviste incrédulo
prefieres naturalmente saber
qué demonios pasó lejos de todo.

18/10/08

Sueños letales















I

Nos dijo que la siguiéramos. No hizo preguntas.
Todo sucedió de manera natural. La cadena solidaria
no podía romperse. Esto no es ningún juego, amigo.

II

Los niños tocaban a ritmo de darbuka,
contentos, con esa solvencia brutal
que los delata
cuando no son como niños.

III

Adelante, por favor
pasen, pasen, el paraíso es suyo
me pareció oír
al padre de familia que fumaba en el umbral:
la mercancía está lista.

15/10/08

Se vende

Recuerdo el rechazo que sentía Buk por los hombres buenos de pelo corto, corbata, dentadura impecable y buen empleo. Tal vez lo decía porque él era un currante, un fracasado, un anarquista inconsciente, un paria del sistema. Me cuesta pensar en términos de crisis por dos motivos: vivo en la miseria del bienestar y relaciono al trabajador ejemplar con la mentira pequeñoburguesa, una situación tan anodina como cercana para cualquier otro. Me comentaban en la oficina la fecha de una mani para denunciar la supuesta ampliación de la jornada laboral a 60 horas. Es decir, se aventuran jornadas de 12 horas escuchando al imbécil integrado o al estúpido burócrata sindical. Me parece que la depresión financiera tiene aquí un paliativo a voces.
Cuando cito al hombre ejecutivo, al consejero delegado, al industrial de las RRPP, lo asocio con un animal humano que se come el corazón crudo de un cerdo tumbado en el suelo. Lo observo desde un pedestal de mierda. Aguanto el vómito, pero finalmente lo dejo caer sobre su cuerpo. Segundos después la imagen de unos biceps de gimnasio me devuelve la bofetada. Apelo a la declaración universal de los deshechos humanos, a una institución que socialice mi pérdida, a un inversor que entienda de fuga de consonantes, al fondo libertario internacional. Sé que mi vida está en venta, que debo sentir la necesidad de autodespedirme acaso, que tengo los cojones necesarios para no declararle la guerra a todo el mundo.

1/10/08

Perros estacionarios













I

Al final de aquel paseo
en una silla inquisidora
mis huesos desplazados por el viento,
el cielo gris rata conteniendo el llanto
y una visión
y un crujido dibujando la sonrisa
precede la maldición.

II

Los viejos de pensiones miserables
pidiendo auxilio en las esquinas
de los grandes edificios. Mientras la prórroga infla los portales
de mujeres revancheras que meten fuego a sus maridos.
Y en los barrios ricos el "managementfiti"
o como colgarse de un cable
si tus zapatos habitan la caja fuerte.
En las iglesias los obispos han perdido el juicio,
practican una ablación del pene
sustituyéndolo por velas enhiestas.
La falta de agua hace que los mayoritarios
ingieran su propia orina. Los países invasores
destilan la mierda de vaca. El bioetanol reactiva Wall Street
y el senado de EEUU propone que los pobres nazcan sin culo.
Los libros han cambiado o no
duermen en las bibliotecas. Otra literatura prende
en las letrinas de uso portátil.

III

1937. Mi abuela encabezaba la marcha. Su padre le tomaba
la mano. Su hermana de 6 años montaba una bestia.
"Los restos de metralla caían a nuestro lado. Una madre ensangrentada se me acercó
dejándome una criatura de apenas un año entre los brazos.
¿Qué hago? le pregunté a mi padre. Déjala en el suelo, Feliciana, déjala por dios.
No podemos llevar a nadie. No te quedes ahí parada, me dijo.
Corre hija mía corre."

IV

Soy el perro que destapa el frasco
y alivia el hedor del mundo.