29/10/07

La magia de los otros

Los astrónomos están convencidos de que la materia oscura ocupa una gran parte de nuestro universo. No puede ser vista porque no emite ni refleja suficiente luz. Tan sólo podemos ver un cinco por ciento de matería común, con lo cual nos podemos hacer una idea de las dimensiones ridículas que la especie humana ocupa en el cosmos. Después de leer esto en algún sitio y convertir el vacío de esa materia en un relato de la nada, me prometí que no escribiría más sobre algo que por decirlo de alguna forma poco inteligente, no sabía explicar. Pero no lo hice. Me pregunto si existe algo que vaya más allá de la literatura. Si el incosciente colectivo del que hablaba Jung consiste en hacer del árbol que vemos cuando nos sentamos en un banco, una imagen exacta inventada por el hombre.
No estaba preparado para afrontar esa fantasía del lenguaje. Reducía la literatura a una forma de contar la realidad. Poco más. Conocía mis límites y me realizaba ingenuamente echándome encima los detritus de la sociedad, asumiendo a la perfección el papel de revolcador de mierda que tanto repite Pedro Juan Gutiérrez en su Trilogía Sucia de la Habana. Sin embargo, ese día, distinto a cualquier otro, una extraña percepción cruzó mi nivel de conciencia mientras leía en la biblioteca Miquel Llongueras, en el cruce de Riera Blanca con Les Corts.
Al principio pensé que era un ronquido y despúes, erróneamente, que un gato callejero maullaba en la terraza del edificio. Deduje lo absurda que era la segunda posibilidad y busqué entre las mesas que miraban al exterior de la luz ese sonido raro y familiar. Nada. Me alcé, miré a un lado y a otro cuidándome de que nadie me viera para que no me tomaran por un paranoico o un detective sin pistas. En cualquier caso, no tenía ninguna foto, ningún rasgo concreto, sólo escuchaba un sonido que rompía mágicamente la quietud de los libros. La gente seguía concentrada en sus asuntos. Pensé forzosamente en el personaje de Kafka que se tira por la ventana de un edificio y no puede ver como la ciudad nerviosa sigue su curso cotidiano sin inmutarse. Miré de nuevo a los lados, atrás, me cogí el pulso y nada. Todo seguía normal, demasiado normal. No pude resistirme más y cruzé la sala hasta llegar a la mesa de una blibliotecaria joven y normal.

- Oiga, ¿Escucha usted lo mismo que yo?
- ¿A qué te refieres?
- Sí, bueno, esa especie de sonido entrecortado que se oye en la sala.
- Es una chica que está cantando- me aclaró la blibliotecaria. Y además hoy le hemos dado permiso porque es su cumpleaños.
- ¿Cómo? ¿Y quién es esa chica? -Le dije sorprendido.
- Está justo enfrente tuya. Tiene los cascos puestos. ¿Te molesta? ¿Estás estudiando?
- Oh no... no... Sólo necesitaba oir que ese sonido era real. Llevo varios días soñando con sirenas y es lo más parecido a su forma de cantar. Eso no lo he leído en ninguna parte y nadie podrá arrebatármelo. ¿No crees?

La blibliotecaria me miró fijamente y volvió a clavar los ojos en la pantalla del ordenador. No le gustó la metáfora o tal vez no quiso interpretar la calidad de mis sueños.
Volví a la butaca donde comenzó todo y de nada sirvió abrir el libro. Espiaba a la chica desde mi sitio. Desde la butaca podía verla con dificultad. En primer plano quedaban montones de libros y al fondo una serie de discos desertores del orden natural de las cosas.
Me levanté y me fijé en sus labios. No los movía. La voz completamente exagerada y gutural. El canto ahogado de las sirenas. La magia de los otros, pensé para consolarme al tiempo que una de las bibliotecarias nos avisaba del cierre de la sala poniendo el tema "Hallucitanions" de Bud Powell.
Después la ví venir hacía mí. Arrastraba los pies y me puse más nervioso todavía. En ningún momento sentí pena por la chica de la canción ahogada. Algunos pensarán en este relato como una actitud de dominación encubierta. Nada más lejos de un abismo mágico.

23/10/07

Tacones rojos

Fotografía de Silvia Nieto













Caminaba desnuda por un sendero de piedras,
y palabras encontradas.
No quiso discutir con las sombras,
ni mirar atrás.
Nos atrapó,
nos dejó su huella,
nos puso cinco condiciones:
No me imites,
No te claves,
No te pienses,
No te encuentres,
Vuelve.

17/10/07

Este espacio estará temporalmente inactivo. El blog lleva días que me roba un tiempo extraño, involuntariamente, maquinalmente, y me impide leer papel, ya sea húmedo, blanco o amarillo. No puedo explicar la sensación que me invade. Jekyll y Hyde, probablemente. Agradezco a todos los paseantes achincolados que se detienen a mirar esta dimensión abismal, su tiempo y dedicación.

15/10/07

alex DeLarge

Fotografía de Oliver Ojeda
"Sin lugar a dudas,
me había curado",
dijo tras conocer el experimento Ludovico.
El hombre mecánico,
se consolidó finalmente,
aún bebe leche, supervitaminizada,
y toma polvos moloko plus.
La ultraviolencia de un ser,
invisible,
de aristas dependientes,
ha conducido por mí.
Tal vez, sólamente,
el mundo con sus gángsters,
de celuloide,
y sus naciones prostitutas,
encuentre afilada la nueva naranja.

14/10/07

Salteadores de un solo ojo

Partidas y Debrayes

"Cuenta la historia que fue un duelo de antagónicos y visceralistas lo que motivó la desaparición del forajido Joaquín Camargo, conocido en Argentina como “El indigno”, arrojado a un barranco de La Carolina por la traición de un escritor inestable. Sin embargo, la literatura del hampa, dice que se suicidó con una dosis de cianuro potásico, mientras escribía sus memorias junto a una prostituta gallega aficionada al tango".

10/10/07

Texturas

Fotografía de Silvia Nieto

Esta brecha,
pinta el color primario
el cuadro de la luz
las puertas del otoño
los nombres de piedra
y de fuego
los desconchones
la nada en soledad.
Una molécula de oxígeno:
incendia
siente
transita por el silencio
habla otra lengua
un código interminable
implacable
circular.

8/10/07

El enemigo










Entrénate para ser un brillante equilibrista,
conoce el principio de la caída.
Entrénate para no tomar en serio la vida.

7/10/07

Napalm

Sebastiao Salgado.
El mundo mayoritario. Trabajadores.
Campo petrolífero del Gran Burham. Kuwait. 1991














Y caí.
Desde lo más hondo,
desde lo más profundo.

Mi cabeza se dividió en dos,
mi cerebro se convirtió en polvo,
mi piel fue arrancada de mis manos,
y mis caderas se separaron.

Me desplacé por el sucio asfalto,
cuesta arriba,
con la ayuda de mis brazos.
Y empezó a pasar el tiempo.

Mostré mi lado más fácil,
durante años.
Pensaron que ése era el puesto,
que ése era el lugar.
Pero sólo estaba esperando;
escondido,
agazapado.

Y volví.
Poseído por mil demonios,
aullé el fuego que hay en mí.
Abrí mi pecho en dos
y quemé lo que se secaba delante.
Con mis piernas llenas de heridas,
pateé lo que sobraba en el camino.

Ahora soy el Napalm que vuela,
la llama incombustible, lo que todo arrasa.
Vivo en dirección contraria, mi cuello se agarrota si me doy la vuelta y para mí no existen los segundos.

Soy una cosa incómoda,
una imperfección del sistema:
el elemento defectuoso.

Vivo en la inseguridad y la comodidad chupa mi corazón y seca mis venas y ya no puedo respirar.

Soy una misión,
un objetivo.
Soy una flecha lanzada.

El Acto. Visiones. Napalm
Bernat Feliu.

5/10/07

Fuera de campo




















Ahora que te has ido,
átomos y desencanto,
repetición y espasmo,
en sol menor mis pasos.
Ahora que te has ido,
y el poeta no se exilia,
y el camaleón no cambia de color,
y la hoja no caduca,
y el humo crece verde,
Y el verso se me pierde.

1/10/07

ángela mushroom













qué puedo escribir sobre ti,

no hay nada que pueda decir,
qué siente una mujer de lejanías,
una pincelada, una línea curva, una mirada,
siete letanías de un perfil,
en una noche de muerte sin fin,
qué puedo escribir sobre ti.