Fotografía de Óliver Ojeda
Si quiero escribir con el hígado,
tendré que vigilar el corazón.
No huele a nada la sangre ni sugiere dolor,
cómo vive una rama en el agua,
cómo guardo las cicatrices en el cajón.
No escupiré sobre jirones de nadie,
pero si quiero escribir con el hígado,
si un frigorífico eructa a medianoche,
si el BSCH me provoca con descrédito,
si fumo marihuana en el despacho de un juez,
si quiero matar a un sapo alucinógeno,
será que mis tripas hablan desde el interior,
sobre la mar un ministerio de promesas,
un rastro de babas,
un silencio con bruma,
papeles intactos, manifestaciones, movimientos viscerales,
pero si quiero escribir con el hígado,
tendré que matar el recuerdo,
hundirlo en aceite de girasol.
II
Ayer vomité sobre la tumba del poeta,
recité en voz alta mis versos con un tenedor en la mano;
los diplomáticos han comprado el siroco,
sintonizan un concierto de guerrra y desafíos,
maldito salesman cosmopolita,
cotiza en bolsa la guadaña hipnótica y solitaria,
los deshechos de la literatura.
7/3/08
Cuando tiré mis tripas al mar
publicado por
Pedro Chincoa
en
16:44
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2 comentarios:
Tu hígado autolate.
Me sorprendió "mi ego inflamado"...es muy buena...Gracias por la cátedra.
Besos
Tania
Pedro, me gustan tus mezclas. Tus dosis de provocación y denuncia. Tu imaginación y la forma que tienes de unirlo todo.
Te quejarás...
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