7/8/08

Pelos y señales

Tenía debilidad por las peluqueras. A pesar de esa especie de atracción natural hacia este gremio, se cortaba el pelo un par de veces al año.
De pequeño su madre lo llevaba a una peluquería donde solo trabajaban mujeres. Recordaba el olor a laca, las manos hábiles y menudas de la peluquera, el tamaño de sus pechos con forma de limón, su aliento dulzón, el ritmo desconcertante de las tijeras. Después vino la conocida película francesa y pudo comprobar que ese recuerdo acompaña a muchos niños durante toda su vida. Le fascinaba la idea de enamorarse alguna vez de una peluquera. Estaba dispuesto a barrer cada día el suelo, comprar revistas de prensa rosa para los que esperaban su turno o aprobar la transformación que el cliente se llevaba a casa. Con el tiempo se convirtió en un experto en lavar cabezas. Tanta fue su dedicación al trabajo que se quedó prematuramente calvo. Para solventar ese detalle, creó la primera empresa de abrillantadores craneoencefálicos a domicilio. Mandó a cientos de peluqueras al paro. El masaje capilar es ya historia pelada.

6 comentarios:

38 grados dijo...

A esto se le llama una vida por los pelos.....

colorprimario dijo...

Hay que ver qué perro, pero qué perro es el sistema. Mejor tomárselo con un poco de ironía, no?


Gracias otra vez por tus palabras de apoyo, Pedro. Me dejaste con una sonrisa de tranquilidad, de esas que duran lo que una tarde de lluvia.


Salud.


D.

Anónimo dijo...

Las peluqueras forman parte del imaginmario erótico de muchos hombres.

Tania dijo...

Aludiendo a una de tus favoritas:"el mundo es un sinsentido".....:)Nos obsesionamos con lo inalcanzable llegando a ello matándolo.Triada: ilusión-obsesión-asesinato. Un beso.
Tania

La Aventura Del Libro dijo...

Regale un libro.
Saludos

Maria Coca dijo...

Ya ves... Y todo comenzó en una peluquería!! Muy bueno, Pedro.