12/6/08

El espíritu de los sin nombre

Miro atrás, hermano
permanezco vigilante
en un contexto que me disparaba
balas perdidas
sin metáforas ni chalecos protectores
amputándome
la suerte del destino.

Miro atrás, hermano
los ojos se me llenan de lágrimas
tengo que tragarme este nudo ciego
agarrame con rabia al sentimiento
que muta en un simple verbo.

La muerte pasajera, hermano
sin dudas, sin preguntas,
me ha hecho fuerte. Más blanco que oscuro.
Busco, persigo la paz en la cantera
en el desierto asfaltado
que roba a la tierra
el corazón de carne y piedra.

A veces una imagen me estrangula
viene en la noche física
poseida por mil demonios
actúa en la noche psicológica
agonizante,
reinventando la herida.

Y en el plano-secuencia:
un muñeco de trapo
duerme junto a mi cama,
una corporeidad mortal
quiere decir algo más que vida
pero no puede alzar la voz,
deshilachado por las costuras,
grita en esta desesperación y
estrella la distancia de la historia
contra un final feliz.

Pero tú te has ido, hermano
me dejaste una sonrisa dobladita,
una lección inmune
que guardo en esta memoria
incansable.

3 comentarios:

ojosverdesfritos dijo...

me clavaste tu lágrima de cristal frio pedro



te quiero mile*

38 grados dijo...

Ya no hace falta mirar atrás,
si te dejaron una sonrisa dobladita.

Los dobleces en la memoria, y más una sonrisa, son indelebles.

colorprimario dijo...

Lo cierto es que leí este poema hace un tiempo, pero, muy a mi pesar, no estaba yo preparado, o no tenía la cabeza en donde tenía puesto el corazón.

Me ha gustado mucho, Pedro, que lo sepas, de lo mejorcito y más sentido que he leído por aquí. Ánimo... Ya sabes que la vida debe seguir siempre su curso.

Un abrazo,

D.