1/9/07

La escuela no me enseñó a leer los labios

Primera parte
La memoria fugaz











Viernes 24 de agosto. Quedo con Nacho para ir a las fiestas del barrio de Sants. LLego quince minutos tarde a la salida de Alcolea. Línea Roja. Habíamos quedado con Ignacio, un amigo de Nacho que protagonizó un corto sobre un tipo gris que finalmente decide romper con todo. Ignacio me explica que prefiere las fiestas de Sants a las de Gracia, donde el bullicio es palpable y las calles desembocan en una orgía colectiva con un inquietante olor a orín. Entramos en un Bar para tomar unas cervezas. Nacho le explica al camarero que quiere un bocadillo de medio metro aproximadamente. El camarero es chino y conoce al dedillo el lenguaje no verbal. Finalmente asiente y nos sirve las tres cervezas. Hablamos de algo concreto; la especulación inmobiliaria en Barcelona. Salvaje, excluyente, estudiada y legislada por nuestros políticos mediocres y decididamente obscenos. Les explico que estoy leyendo un libro sobre la obra de Joaquin Jordá (La mirada Lliure, Laia Manresa, Filmoteca de Catalunya, 2006) y hablamos de una película documental excelente (De nens, Joaquín Jordá, 2003) cuyo trasfondo no es otro que la forzada transformación social y estética del barrio del Raval. Hay expertos inmobiliarios que usan el término "cucaracha" para designar a los inquilinos que son potencialmente pasivos para el sistema inmobiliario. Si tienes más de 70 años y dispones de un régimen de alquiler con renta antigua, estarás en la lista negra de esta gentuza que emplea el chantaje o la violencia psicológica para meterle el miedo en el cuerpo al inquilino. Por su parte, el ayuntamiento no interviene en las reformas del edificio, al contrario, recibe presiones de los grandes grupos inmobiliarios para intervenir en demoliciones. A la par que escribo esto, leo en El periódico de Catalunya que “el reponsable económico apoya la deducción fiscal a los alquileres, pero solo a los jóvenes”. Su particular tono rancio no lo exime de la gravedad con la que nos encontramos, ni tampoco convence. Es un cínico neoliberal, consolidado en la Eurocámara, que mostró su descontento cuando Zapatero le pidió que se incorporara al Ejecutivo. Pero estos progres presumen de compromiso social y sobre todo saben comportarse en público, saben que la discordia no entona con el marketing.
Esto tiene que reventar en breve y si los jóvenes de este país no lo hacemos, no lo hará nadie. Y si no pasa, lo más normal es que haya un exilio emergente hacia otros países europeos, como ya sucede con gran parte de los investigadores. Efectivamente, estamos hablando de políticos y revolucionarios en estado de gracia. Una de sus máximas en alianza con el cuarto poder podría ser "no dejes que la realidad pueda ser un obstáculo".
Necesito dinero y medios para hacer un documental sobre las personas mayores que viven en una situación de abandono y exclusión social. Necesito denunciar visualmente estas circunstancias. Soy un optimista anclado en la memoria fea. Y si las imágenes son caras, las palabras inundarán el barco. En el naufragio los árboles de la memoria emergen desde las profundidades. Un acuario en superficie, peces, memoria y selección. Veinte mil euros no son nada, pienso con la ilusión de un niño chico.
La chica que ha preparado el bocadillo se acerca a la mesa. Le pregunto cuánto tiempo llevan con el bar. Me responde que apenas dos meses y entre risas y genuflexiones imposibles nos dice que trabaja unas 18 horas al día. Es muy simpática y voluptuosa. Sus rasgos no parecen chinos. Tiene la cara más ancha y unos ojos ajados más grandes que cualquier otro oriental que haya visto antes. Su madre es japonesa, pero ella se ha criado en China. Nacho intercambia algunos saludos con ella en japonés y enseguida se sorprende. Nos pide que demos publicidad a su local. Me pregunto que tiene de atractivo el sitio y concluyo que ella es sin duda lo más interesante.
Salimos a la calle. Algunas están adornadas con mucho ingenio. En una de ellas, hay unos muñecos hechos de cartón piedra. Parece una orquesta, inmutable, que interpreta una composición de congelador. El pianista lleva días colgado de la misma nota. Una decisión difícil. Imagino las patas del piano convertidas en patas de elefante, enraizadas en el asfalto, sujetas por la firmeza de su memoria.
Entramos en una tabernita muy concurrida. Pedimos un litro de sangría para los tres. Este puede ser el principio de una cogorza. Hablamos de todas las chicas que hay a nuestro alrededor. Hablamos de tipos de culos, de cuernos, de mujeres que fuman, de mujeres exóticas, de una discoteca para mujeres maduras de cuyo nombre no quiero acordarme. Que nadie se ofenda, observo que follamos con la regularidad de un jesuita, aunque creo que esas cosas se dicen a media voz o más bien no se dicen. El orgasmo femenino siempre será un enigma para los hombres, me había dicho ese día la secretaria de Correos bien temprano.
Un grupo cubano empieza a tocar en la calle. Pinta bien. Ritmo de soneros y un negrito con mucho sabor animando el cotarro. A mover la cintura. Ana se incorpora a nuestro pequeño grupo. Tiene cuarenta y pocos años. Durante mucho tiempo tuvo aseguradas las manos. Fue modelo de manos para importantes agencias de publicidad. Tiene unas manos sorprendentes para su edad. Manos de pianista, delicadas, esbeltas, de piel tersa y uniforme, sencillamente mágicas. Tiene mucho encanto esta mujer. Acaba de llegar de Tailandia. Ana es chilena. En 1974 tuvo que salir de Chile en plena dictadura pinochetista.
Después de probar el ritmo frenético de la publicidad y conocer el apetito omnívoro de sus principales agentes, decidió sumergirse en la filosofía oriental budista.
Es curioso, esta gente te explica cosas como que hay una luz creciente, en continua expansión, en la actuación y dedicación exclusiva al otro, a la otra, al objeto de nuestro amor. Y no conciben la pasión sin esa fuerza bruta. Y el optimismo sereno que desprende su mirada la delata. Una magia espiritual compatible con la vigilia y también con la cara sucia del capitalismo. Estoy aprendiendo a desarrollar la sabia conexión mente/cuerpo. Es gratificante, como las operaciones comerciales que hago con la India o China. No voy a grandes centros comerciales pero esas operaciones me permiten pagar dos mil doscientos euros de alquiler por un local comercial de 80 metros cuadrados en una zona céntrica de Barcelona.
Los animales viven en el pasado o en el futuro. No conocen el presente, por lo tanto son lo más parecido a una criatura mitológica de la que aún no tenemos noticia cierta. La filosofía oriental es mito complaciente para los blanquitos que quieren crecer marcando diferencias. Competir, diferencias que sucumben a un lado oscuro, sentimental, peligroso, latente, nacional e independiente, políticamente voraz con el ser humano. Esto era una crónica sin más y termina denunciando lo que no se ve, lo que no se ha dicho, los fragmentos que vendrán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

TENDRÁS QUE PENSAR ALGUNA FORMA PARA DARLE SALIDA A TODO ESTO.
ES MATERIAL DEL BUENO.