I
Nos dijo que la siguiéramos. No hizo preguntas.
Todo sucedió de manera natural. La cadena solidaria
no podía romperse. Esto no es ningún juego, amigo.
II
Los niños tocaban a ritmo de darbuka,
contentos, con esa solvencia brutal
que los delata
cuando no son como niños.
III
Adelante, por favor
pasen, pasen, el paraíso es suyo
me pareció oír
al padre de familia que fumaba en el umbral:
la mercancía está lista.
18/10/08
Sueños letales
publicado por
Pedro Chincoa
en
19:05
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2 comentarios:
Hay quien decía que el paraíso estaba en la esquina... A saber en cuál. En la mía, yo sé lo que hay.
Bss.
estoy intentando una lectura feliz del final
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