Y tras lo verde lo marrón y más abajo el gris y por debajo la madera... un montón de capas para una simple puerta desvencijada. Qué no llevará la gente encima cuando se cierra a los demás. Besos.
Estas fotos me cautivan: detienen consigo al tiempo, que nunca para. Y nos detenemos juntos (el tiempo y yo) para pintarnos marcas el uno al otro. Nos engañamos, los dos; y lo sabemos. Como en el cuadro de Il Bronzino, mientras le grabo unos besos que el aire convierte en surcos, él ya me ha arrancado los labios y los ha pegado a la comisura de sus manos, que fueron mías -sin su consentimiento- solo mientras te escribía, mirando esta puerta desvencijada que aún huele a él... A tiempo sin tiempo.
2 comentarios:
Y tras lo verde lo marrón y más abajo el gris y por debajo la madera...
un montón de capas para una simple puerta desvencijada.
Qué no llevará la gente encima cuando se cierra a los demás.
Besos.
Estas fotos me cautivan: detienen consigo al tiempo, que nunca para. Y nos detenemos juntos (el tiempo y yo) para pintarnos marcas el uno al otro. Nos engañamos, los dos; y lo sabemos. Como en el cuadro de Il Bronzino, mientras le grabo unos besos que el aire convierte en surcos, él ya me ha arrancado los labios y los ha pegado a la comisura de sus manos, que fueron mías -sin su consentimiento- solo mientras te escribía, mirando esta puerta desvencijada que aún huele a él... A tiempo sin tiempo.
Un abrazo
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